¿Qué espera un niño con TDAH y sus padres de nosotros?

Carta de Diego

Estimado profe:

Antes de que comience el curso, permíteme hablarte de mí. Soy un niño que tiene un trastorno llamado TDAH. Esto significa que me comportaré de forma muy inquieta, a veces impulsiva. En ocasiones me será difícil mantener la atención. Me distraeré fácilmente y a veces haré bobadas que distraigan a los demás. Olvidaré los deberes y también los libros y cuadernos. Quiero que sepas que todo esto no lo lo hago porque quiera, sino porque no puedo evitarlo. Tampoco te sientas ofendido, ni pienses que deseo fastidiarte.

Me gustaría que, pese a todo lo que el TDAH me haga hacer en clase, me quieras, me aceptes, y me digas que valgo mucho, que soy un buen niño y también que en ocasiones soy capaz de hacer cosas con éxito. Sé, por mis padres que hacer esto te va a resultar difícil, pero... ¡Tú eres un profe!
Seguro que lo harás bien. Es bueno, que guardes esta carta y la leas a menudo, porque nos hará falta a los dos...

Con mucho cariño,

tu alumno Diego

domingo, 13 de mayo de 2012

Cuento sobre el TDAH

¿Si no se realiza un buen diagnóstico qué?




Quiero compartir esta historia escrita por unos padres. Destacan palabras como "Nuestro hijo fue diagnosticado de TDAH pero resultó que lo que le pasaba era algo distinto". Parece que recoge el sentimiento de muchas familias con este problema y que luchan por la mejoría de sus hijos, espero que os haga reflexionar...


Llevamos mucho tiempo pensando sobre el problema de nuestro hijo. Un profesional tras otro, con muy buenas intenciones, pero con muy pocos resultados. Un día nos dijimos que no queriamos sólo tapar el problema, que queríamos llegar al fondo de todo, encontrar la causa para poder encontrar la solución. Estamos convencidos que es posible y por eso no nos rendimos. Hemos encontrado terapias de las que hace unos meses no sabiamos absolutamente nada, entre otras cosas porque ningún profesional nos informó, hemos ido forjandonos una idea (la nuestra) sobre el problema y hemos diseñado una estrategia basada en la experiencia de muchos y en el asesoramiento de profesionales con ganas de ayudar a nuestro hijo, no de hacer que moleste menos.


"Voy a contaros la historia de unos amigos que vivían en una preciosa casa.


Ésta era el orgullo de la familia. La habían comprado con esfuerzo e ilusión.

Al cabo de poco tiempo de vivir en ella, comenzaron los problemas. Primero fueron las goteras y después las tejas, que no dejaban de caerse sin razón aparente. Se veían obligados a renovar el tejado todos los años.
Luego aparecieron pequeñas grietas que iban transformándose en otras más grandes que había que rellenar. Estaban por todas partes: abajo, en el salón y en la cocina. Arriba, en casi todas las habitaciones. Se hicieron visibles tanto en la fachada como en el interior.
La pintura se resquebrajaba y se caía a jirones, teniendo que pintarlo todo de nuevo.
Lo peor fue cuando las paredes empezaron a mostrar debilidad e inestabilidad. Hubo que construir contrafuertes en las cuatro fachadas para apuntalarlas y evitar que la casa entera se viniera abajo.
Seguía siendo una casa bonita, pero sus habitantes empezaban a estar cansados de las preocupaciones y de visitar a tantos y tantos expertos en construcción.
"Tienen ustedes que hacerse a la idea de que este tejado no aguantará y no les queda otro remedio que renovarlo todos los años", decían unos…

"No se preocupen", decían otros… "Nosotros nos ocuparemos de todo. Apuntalaremos las paredes y seguro que aguanta la casa en pie otros cien años."


"¡Oiga!, que esta casa no tiene cien años."


"Ah, ¿no? Vaya… pues lo parece… Pero bueno, lo dicho: nosotros nos encargamos."

Y así pasaron los años. Y la casa aguantaba estoicamente, llena de parches y muletas, con tejas que se caían cada dos por tres… temiendo las inclemencias del tiempo…
Un día, un amigo les contó lo contento que estaba con su casa desde que había contratado los servicios de un "organizador arquitectónico".


"Por suerte no nos hace falta ayuda con nuestra casa", le aseguraron. "Tenemos a los mejores expertos en construcción trabajando aquí a menudo."


"Bueno, os dejo su tarjeta por si cambiáis de idea."


Preguntaron a sus conocidos y a los expertos en construcción si ellos sabían algo del "organizador arquitectónico".


"¡Es un charlatán!", respondió uno. "¡Un farsante!", aseguró otro. "Sólo conseguiréis que os saque el dinero sin solucionar vuestros problemas", dijeron los demás.
Nuestros protagonistas sintieron que esta última observación encajaba bastante con los mismos que la hacían. Y total… no tenían demasiado que perder dada su situación.

El organizador arquitectónico les habló con claridad: "Vuestra casa está situada en un hermoso paraje. Su planta es pequeña pero magnífica. En sus paredes apenas se notan las grietas que han sido magistralmente retocadas. El tejado es nuevo y reluciente… Y los contrafuertes… la verdad es que se ponen tanto últimamente que ya nos vamos acostumbrando a verlos. Hasta tal punto, que pronto nos extrañará ver casas sin ellos… Los colores que la envuelven son bellos y la decoración exquisita, no falta en ella un detalle ni el calor del hogar… Pero… ¡nada de esto es suficiente si la casa no se sostiene!"
"¿Y qué podemos hacer? Llevamos años luchando…"


"¿Qué os parece iniciar una nueva lucha, pero en la dirección adecuada?"


"¿Qué quieres decir?"


"Pues que es hora de dejar de poner parches aquí y allá. Es hora de dejar de poner remedios transitorios que os atarán de por vida y traerán nuevas necesidades y preocupaciones. Es hora de dejar de mirar los pequeños problemas que van surgiendo por todas partes y plantearnos dónde está la verdadera razón de que todo esto ocurra.

Y la razón es bien sencilla: FALLAN LOS CIMIENTOS… los pilares y las vigas maestras… Sin unos cimientos sólidos, de poco nos servirá renovar el tejado cada año y rellenar grietas constantemente. A esta casa le falta una buena base."


"¿Y cómo se la daremos?"


"Pues igual que a todas las casas del mundo. Cuando fallan los cimientos sólo podemos volverlos a construir."
A nuestros amigos les pareció todo muy lógico y se preguntaron por qué nunca alguien les había propuesto hacer lo mismo. Se informaron bien de cómo sería el proceso y se pusieron manos a la obra.
Fueron unos meses muy duros, con la casa llena de obreros y de ruido. Todo cubierto de polvo y patas arriba. Incomodidad y trabajo extra para toda la familia…
Pero al cabo de este tiempo, la pequeña casa era no sólo bella, sino también sólida y segura. Jamás volvió a preocupar a sus moradores, sólo les dio felicidad y satisfacciones.

Los expertos en construcción, junto a los fabricantes de tejas, siguen sin reconocer la mejoría en la casa, aún a pesar de ser absolutamente evidente. Cuando la gente les pregunta, evaden el tema o simplemente se excusan diciendo que eso de la "organización arquitectónica" no es una profesión reconocida y que su labor no tiene ninguna base científica…

Si piensas que esta historia es simple, absurda e irreal, te diré que así vemos muchos la situación actual del TDA-H… igual de simple, de absurda y de irreal. Una vez más, la realidad supera la ficción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario